El fenómeno de la globalización es un efecto principalmente económico; tiene su origen profundo en el periodo de la Revolución Industrial, cuando se inicia el proceso de la llamada acumulación de capital, que regula la moderna economía. La lógica capitalista ha sido desde mediados del siglo XIX la ideología dominante en las sociedades occidentales; esta lógica se rige por unas leyes que han venido, en su proceso histórico, construyendo un aparato instrumental en la sociedad, que satisfaga la búsqueda del máximo beneficio, objetivo del proceso acumulador. Desde las primeras relaciones comerciales establecidas entre grupos humanos en la historia, se han venido complicando las formas de contacto para el intercambio; primeramente, la fórmula del trueque daba salida a los excedentes de pequeños productores que se vinculaban directamente entre sí; posteriormente la transformación del valor neto del producto por un valor social universal e intangible, propició la aparición de una forma de valor material conocida como dinero. Este valor llegó a dar forma no sólo al producto que integraba el intercambio, sino que se convirtió en una forma de igualación de otros valores también sociales como el trabajo, acción que llevaban a cabo quienes, no poseyendo un capital explotable o invertible, debían vender su fuerza de trabajo a los propietarios de los medios de producción. El dinero ha pasado de ser un valor de cambio que representa el valor real de los productos integrados en el mercado (manufacturas, maquinaria, trabajo...) a constituir actualmente un valor real en sí mismo, regulador de la vida social moderna, sin necesidad, además, de aparecer materialmente en las transacciones comerciales (cualquier tipo de compra). Este estado evanescente del dinero se apoya hoy, -mucho más en su manifestación macroeconómica-, sobre una amplia base de redes informáticas y empresas gestoras, como la banca o sociedades de valores, que, de esta forma, pueden trasladarse de un lugar a otro del planeta en el mínimo tiempo posible y con el mínimo gasto.
La globalización actual se presenta como la última fase de desarrollo del capitalismo burgués tal y como lo conocemos, que tras diferentes crisis históricas ha llegado a un sistema de equilibrio económico y cultural que beneficia los intereses de las élites que ostentan el dominio social y el poder económico. La integración global de las comunidades humanas que son en el planeta se lleva a cabo hoy a través de una doctrina ideológico-política conocida como Neoliberalismo, que después de la caída de los países del llamado socialismo real en el este de Europa, se conforma como el modelo social incuestionable, elaborado y exportado principalmente por los EEUU y sus aliados. Esta fórmula económico-social se asienta sobre las bases de la libertad de mercado; sus trazas principales responden a una relajación del control burocrático de las transacciones comerciales, un fenómeno denominado desregulación: la eliminación de los obstáculos gubernamentales –de gestión y seguimiento- que impiden el movimiento de los capitales. El proceso de desregulación se llevó a cabo inicialmente en los países industrializados; el primer paso fue tender hacia la eliminación de los tipos fijos de cambio entre las divisas de los países, derivando en una extensión de las posibilidades inversionistas internacionales, entregando el precio variable de las tasas al proceso especulador (3); esto se ha acompañado de fuertes recortes en materia de gasto social por parte de los estados, que pasan a estar cada vez más vinculados al poder económico industrial y la empresa privada; la búsqueda de la inflación baja propicia también la aparición de paraísos fiscales (4); a la par, se creaban organismos como el FMI o el Banco Mundial, que velan por la búsqueda de la mayor rentabilidad para los caudales inversionistas de las empresas imponiendo fuertes medidas de liberalización en los préstamos a los estados y las los criterios económicos de normalización:
viernes, 22 de mayo de 2015
domingo, 17 de mayo de 2015
Introducción
Es
una realidad el hecho que América Latina enfrenta dentro del contexto de la
globalización grandes retos, no sólo con respecto a su futuro económico, sino
también dentro del ámbito de su historia y su cultura, es muy difícil asumir
los cambios dentro de este último ámbito, por cuanto las sociedades latino
americanas tienden a ser muy tradicionales y es por esta razón que es muy
difícil que acepten los cambio acelerados y en algunos casos impuestos por los
países desarrollados.
En
este orden de ideas, habría entonces que pensar en si vale la pena aceptar y
continuar el proceso en el cual América Latina se está viendo inmerso
irreversiblemente, o sería mejor promover la integración subregional tomando
como punto de partida el pensamiento latinoamericano. Es una situación en la
cual las opiniones son muy diversas, donde no existe una posición que sea la
absoluta y verdadera, estamos en el escabroso campo de lo opinable y es por
esta razón que trataremos de analizar los principales argumentos a favor y en
contra del desarrollo del proceso de globalización en América Latina.
Desarrollo Económico al 2030
Según los pronósticos del Departamento de Agricultura de EE.UU., en el año 2030 Brasil tendrá la economía más poderosa en América Latina. No obstante, a nivel internacional, los tres principales países en términos económicos serán EE.UU., China y la India.
Según datos proyectados para 2030, recogidos de los informes del Departamento de Agricultura de EE.UU., las tres principales economías de América Latina dentro de quince años serán Brasil, México y Argentina. El PIB total de la región en 2010 se situó en 10.565.630 millones de dólares.
El PIB de Brasil, que superará de forma significativa el mismo índice de los países vecinos, alcanzará los 3.954.930 millones de dólares, mientras que en México y Argentina las cifras serán de 2.275.840 y 882.570 millones de dólares respectivamente.
Argentina será seguida por Venezuela, con un PIB de 711.770 millones de dólares y Colombia, con 691.650 millones. A continuación, seguirán Chile, Perú, Cuba, Ecuador y Puerto Rico.
En el siguiente esquema se puede observar tanto el PIB total de los países de América Latina en el año 2030 como el crecimiento que experimentarán en los próximos quince años.
América Latina y la Sustentabilidad Ecológica
América Latina cuenta
con un tercio de las reservas de agua dulce, 12% de la superficie cultivable y
21% de la superficie de bosques naturales del mundo. Alberga los arrecifes
coralinos más largos del hemisferio occidental y el Bioma Amazónico es emblema
global de la mitigación y adaptación al cambio climático. El bioma provee
bienes y servicios ambientales clave, como la regulación regional y global del
clima, la reserva de 2/3 de la biomasa forestal del mundo y una alta riqueza
biológica, recursos genéticos y medios de vida. Además, posee una identidad
cultural diversa, con más de 400 pueblos indígenas viviendo en la región.
El rol de acreedor ecológico, junto con una matriz energética mayoritariamente limpia (con desafíos para países como Argentina, México o Venezuela), una amplia diversidad cultural y social, y una tendencia aún incipiente en avances en el desarrollo tecnológico y la innovación social, ponen a América Latina en una posición única de la geopolítica global. Por un lado, la región dispone de infraestructura natural y conocimientos tradicionales que fortalecen su resiliencia (**) frente a los impactos del cambio climático, como eventos climáticos extremos, menor disponibilidad de agua y efectos negativos sobre la agricultura. Por otro lado, sus activos sientan las bases para que América Latina lidere la transición a una nueva economía baja en emisiones y compatible con el clima.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)